Estimados Amigos:
Los programas de formación especializados en organizaciones públicas nos encontramos ante grandes desafíos. Han pasado casi tres décadas desde que se iniciaron las grandes reformas del Estado y en todo ese tiempo hemos desarrollado estudios, investigaciones y planes de estudios que mejoren la eficacia y la eficiencia de las organizaciones públicas.
Pese a todos los esfuerzos desarrollados por todos nosotros, aún no tenemos una idea clara de hacia dónde podemos dirigir la formación en un panorama tan complejo. Las Administraciones Públicas están cambiando, cada vez absorben más tecnologías y más conocimientos y cada vez se les exige un papel de liderazgo más fuerte.
Nos encontramos ante una situación en la que tenemos mucho que ofrecer a las Administraciones Públicas iberoamericanas desde nuestra experiencia. Tenemos el deber de colaborar con todas ellas en la creación de un modelo de administración que venga de entornos que no son similares.
La academia de otras culturas políticas, como la anglosajona, puede dar mucho por la mejora de la Administración, pero sus parámetros de acción no son aplicables a nuestros modelos, como todos sabemos bien. A esto se añade la adaptación por parte de escuelas de prestigio procedentes de la especialización en el sector privado han adaptado el modelo anglosajón de Masters en Administración Pública, que no se aproximan a la realidad de nuestro entorno. Esta oferta, al igual que la de sus escuelas hermanas puede aportar mucho, pero supone el riesgo de dejar de parecernos a nosotros mismos y hacernos no parecer nada en concreto.
Las iniciativas desarrolladas por los Poderes Públicos latinoamericanos como la Escuela Iberoamericana de Administración y Políticas Públicas es un primer paso. A través de ella los gobiernos de varios países han elaborado sus primeros diagnósticos de necesidad y han empezado ha realizar una ordenación de programas académicos. Sin embargo, todos los que conocemos bien a las Organizaciones Públicas sabemos que el autodiagnóstico no es suficiente para lo que se pide hoy. Si no se ensanchan puntos de vista, si no circulan las experiencias y las ideas, si no incorporamos los resultados de investigaciones, el futuro será lo mismo.
Los programas de Formación podemos y debemos ser el enlace entre la innovación, el estudio y las organizaciones públicas. Todos nos enfrentamos a grandes problemas en un mercado competitivo y no hacemos más que esperar apoyos para seguir ofertando lo que mejor sabemos hacer. Es el momento de romper con este hábito y dar nosotros nuestros primeros pasos. Tenemos experiencia, tenemos conocimiento y nos apasiona el servicio público. Es nuestro deber colaborar entre todos nosotros y dar todo lo que tenemos para defender un modelo público en el que todos creemos.
Desde el Magíster en Gestión Pública de la Universidad Complutense os proponemos actuar en este nuevo desafío. Creemos que podemos llegar a un consenso común acerca de lo que debe ofrecer un programa iberoamericano de formación para organizaciones públicas. Invirtamos nuestro saber en crear un modelo común de formación para todos, para sentar las bases de la colaboración y frenar las visiones privativas que no nos son propias.
Los programas de formación especializados en organizaciones públicas nos encontramos ante grandes desafíos. Han pasado casi tres décadas desde que se iniciaron las grandes reformas del Estado y en todo ese tiempo hemos desarrollado estudios, investigaciones y planes de estudios que mejoren la eficacia y la eficiencia de las organizaciones públicas.
Pese a todos los esfuerzos desarrollados por todos nosotros, aún no tenemos una idea clara de hacia dónde podemos dirigir la formación en un panorama tan complejo. Las Administraciones Públicas están cambiando, cada vez absorben más tecnologías y más conocimientos y cada vez se les exige un papel de liderazgo más fuerte.
Nos encontramos ante una situación en la que tenemos mucho que ofrecer a las Administraciones Públicas iberoamericanas desde nuestra experiencia. Tenemos el deber de colaborar con todas ellas en la creación de un modelo de administración que venga de entornos que no son similares.
La academia de otras culturas políticas, como la anglosajona, puede dar mucho por la mejora de la Administración, pero sus parámetros de acción no son aplicables a nuestros modelos, como todos sabemos bien. A esto se añade la adaptación por parte de escuelas de prestigio procedentes de la especialización en el sector privado han adaptado el modelo anglosajón de Masters en Administración Pública, que no se aproximan a la realidad de nuestro entorno. Esta oferta, al igual que la de sus escuelas hermanas puede aportar mucho, pero supone el riesgo de dejar de parecernos a nosotros mismos y hacernos no parecer nada en concreto.
Las iniciativas desarrolladas por los Poderes Públicos latinoamericanos como la Escuela Iberoamericana de Administración y Políticas Públicas es un primer paso. A través de ella los gobiernos de varios países han elaborado sus primeros diagnósticos de necesidad y han empezado ha realizar una ordenación de programas académicos. Sin embargo, todos los que conocemos bien a las Organizaciones Públicas sabemos que el autodiagnóstico no es suficiente para lo que se pide hoy. Si no se ensanchan puntos de vista, si no circulan las experiencias y las ideas, si no incorporamos los resultados de investigaciones, el futuro será lo mismo.
Los programas de Formación podemos y debemos ser el enlace entre la innovación, el estudio y las organizaciones públicas. Todos nos enfrentamos a grandes problemas en un mercado competitivo y no hacemos más que esperar apoyos para seguir ofertando lo que mejor sabemos hacer. Es el momento de romper con este hábito y dar nosotros nuestros primeros pasos. Tenemos experiencia, tenemos conocimiento y nos apasiona el servicio público. Es nuestro deber colaborar entre todos nosotros y dar todo lo que tenemos para defender un modelo público en el que todos creemos.
Desde el Magíster en Gestión Pública de la Universidad Complutense os proponemos actuar en este nuevo desafío. Creemos que podemos llegar a un consenso común acerca de lo que debe ofrecer un programa iberoamericano de formación para organizaciones públicas. Invirtamos nuestro saber en crear un modelo común de formación para todos, para sentar las bases de la colaboración y frenar las visiones privativas que no nos son propias.
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